Ya me pasó con Factótum y El Palacio de la Luna. Ahora ha sido En el Camino. Son libros que se meten tan dentro del lector que cuando acaba la última página salen de golpe y le dejan vacío.
Ahora la boca me sabe a trigo y sangre, pero por suerte ya es sábado.
sábado, mayo 23, 2009
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