Me sacudo el frío de encima y atravieso la puerta con Prisa. Una chica muy maja. La fiesta parece estar bien: bullicio, alboroto y calorcito. El portero, serio, solícito, sudoroso y sinóptico, pasa por alto mi anticuado sombrero y mi sonrisa de vanguardia y me deja entrar.
El primero en saludarme es el Hombre de Hojalata. Puro metal. Me recibe efusivamente:
-¡Unas Bonardi!
-Er... Sí. ¿Está por aquí la chica de H&M?
-Se largó hace un rato con los chicos C'Mon. A las chicas les pirran los coches modenos.
-Vaya lata. Me voy a saludar a un amigo.
-¡Bonardi!
Onceochoonce es un chupachups con estilo. Rodeado de damas y de pelos no repara en mi presencia mientras me subo sobre sus hombros para buscar a mis amistades. He tenido suerte.
Mientras camino junto a la barra Rizo, el erizo, se vanagloria como un jubilado ante un Tidós indiferente, cansado, con gorra, chaqueta raída y sin cohetes retropropulsores.
A los pocos segundo Rizo estalla en lágrimas:
-Mi mujer me ha dejado, no puedo pagar el alquiler, mis hijos se han juntado con gentuza como el Sonic ese. Y encima casi no me dan papeles decentes. He tenido que aceptar una oferta de la que no me siento orgulloso.
Le invito a una copa. Vacía, claro, que tiene que conducir y no quiero que tenga un accidente. Me han dicho que conduce sin seguro.
Los pelochos trafican con información, cocaína y derechos de autor. Elmo les mira mal desde su taburete.
De repente la música se para. Se hace el silencio.
Entra EDU.
martes, enero 29, 2008
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